miércoles, 13 de marzo de 2013

Elección y delegación pasiva

Para que los seres humanos nos atrevamos a elegir hace falta lo que comúnmente se denomina como criterio. Sin criterio no hay elección, no podemos discriminar entre opciones y nos quedamos con lo que hay. Pero, ¿por qué ha de costarnos tanto elegir de manera activa?

No somos conscientes de que la elección depende de nosotros y no de aquello que tenemos a mano. Para elegir hay que poder buscar. Tiene que haber una búsqueda de conocimiento, de frescura, de novedad. ¿Acaso hemos perdido nuestra capacidad de buscarnos a nosotros mismos? Aquello que se estanca se repite hasta la saciedad y aquello que se renueva fluye. Esto, que puede sonar a ley cósmica, es en realidad una sencilla manera de conducirse en el mundo. No somos conscientes de que nosotros cambiamos éste con nuestras decisiones y ello se nota y se refleja en todo lo que consumimos. Hablar de consumo para referirnos a nuestras elecciones es ya revelador: parece que fuéramos unos yonkis, que estuviéramos encadenados a un molde que no tuviéramos capacidad de romper. La gran pregunta no es por qué, sino dónde nos ha de llevar esta inercia en la manera de conducirnos.

Con humildad respondemos que a ninguna parte y de ninguna de las maneras. ¿De ninguna de las maneras? Exacto. La falta de capacidad para visualizar una diversidad de posibilidades es lo que hace que no haya maneras suficientes de ver un mismo asunto; que no existan otras perspectivas. ¿Y por qué no vamos a ninguna parte? Porque nos quedamos con aquello que nos entra por los ojos, por los oídos; aquello que está, sin más, al alcance de la mano. Lo que nosotros deseamos desde Garaje Sónico es precisamente que esto se pueda evitar, que esto no sea lo que nos defina, que la elección sea posible y constante. Elaboramos un panorama musical propio y creativo y permitimos que se escuchen diversas voces. Entendemos sin duda que ésta es la manera de hacer posible la elección. Faltan herramientas -hoy por hoy más que nunca- para la libertad de elección. Hay que crearlas y sobre todo posibilitarlas: no es lo mismo que le demos unas monedas a un mendigo a que le demos las herramientas para que él mismo transforme su propia vida.

Por esta razón, pues, lo que queremos no es simplemente ofrecerlo todo al alcance de la mano. Lo que realmente queremos es que cada uno pueda crear las herramientas para poder decidir y elegir libremente, y sobre todo hacer entender que hay una evidencia de que algo falta, algo está ausente. Carecemos de algo esencial. Carecemos de la posibilidad de buscar, de la posibilidad de encontrar herramientas. Tenemos que conocer. Pero no solo conocer: tenemos que querer seguir conociendo. Tenemos que hacer que el hecho de conocer sea un alimento para nosotros. Tenemos que hacer que este deseo de conocimiento dependa solo de nosotros y no de algo externo, de un entretenimiento pasivo y otorgado por un domador de fieras. Hemos de empoderarnos de la capacidad de crear. Tal vez alguien pueda argumentarme que los creadores son los artistas. Entonces, por último, solo queda desmontar esta concepción para que la creación sea algo humano, sea un poder emancipador que no se traduce sino en nuestra hoy obsoleta y limitada capacidad de elección. Se traduce en lo que nos falta.

Crear es, entre otras cosas, hacer posible que lo estancado vuelva a fluir. Y esta es una capacidad que hemos delegado. Este es un privilegio del que nos hemos desposeído a nosotros mismos. Basta de conformismo. Podemos. Nuestra existencia es la prueba. Las elecciones crean una cárcel o un paraíso. Aceptémoslo y continuemos adelante. Nadie nos hace libres, nosotros nos hacemos libres. Dejemos de delegar, seamos creadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario