lunes, 15 de abril de 2013

La hiperrealidad y el desajuste de lo que somos

Hiperrealidad es una suerte de universo imaginario sin fondo y sin contacto. Es Disneyland y todas nuestras canciones míticas sonando en la radio porque sí. Es un lago neblinoso, wagneriano. Es la primera vez que os enamorasteis y visteis un animal intocable y fabuloso. Lo importante no es la fascinación que las imágenes nos producen, sino más bien conectar con otra realidad en un momento diferente que se vuelve el mismo momento. Para eso hacen falta mucho más que mitos o ídolos. Para eso lo que hace falta es un dominio del arte arraigado en nuestra humanidad. Desde el otro lado, los espectadores esperando los objetos de su fascinación. Viajaremos al fondo de la imagen. Sabremos qué somos. Iconoclastia.

Hablaremos de la falsedad de la estética. Del mero embellecimiento de la fachada. De lo que nos evoca algo que no experimentaremos o no nace de la experimentación. Vamos a hablar de lo que nunca muchos vivirán.

¿Qué es este enigma? Pues tiene que ver con todos los vestidos de la resistencia, con todos los clichés de la emancipación. ¿Cómo nos captan? Nos captamos por nuestro desconocimiento y somos captados, en el peor de los casos, por puro marketing; en el mejor, por pura bobería. Un montón de miel para un montón de moscas. También ha sido llamado Romanticismo, con o sin mayúscula. ¿Pero es que el romanticismo no viene a hacer nuestra vida más intensa, no nos prepara para algo fabuloso, fantástico, bello? ¡Cuidado! ¡Nos venden sexo con perfume! (¿o perfume con sexo? Hemos perdido toda referencia sobre el origen de quién, qué y cuándo, lo sentimos…). Expliquemos pues, brevemente, los mecanismos de la sublimación.

La sublimación es gas. Aire. Es un mero movimiento de la mente. Exaltación de nuestra imaginación. La pregunta es, ¿estamos viviendo esto realmente o estamos, sin más, fantaseando? O mejor aún: ¿vamos a vivirlo? El ser humano no puede evitar recrear, mitificar, ensoñar. Esto es natural. ¿Qué ocurre cuando solo soñamos un momento para luego volver a una lúgubre cadena? En efecto. Nos hemos y nos han engañado, y nos han porque nos hemos. Para evitar esto y vivir nuestra realidad sin que sea una fantasía que se apaga al tocar al off necesitaremos un discurrir, una discriminación entre las partes. Pensar duele un poco, es cierto, pero no se trata de ser ratoncitos de biblioteca, sino más bien de tener la osadía de preguntarnos si de haber algo con un nivel de realidad mayor, de haber una pregunta acerca de la libertad, nos atrevamos a responder a esa pregunta. Separar lo falso de lo cierto. Nuestras inquietudes estéticas tienen mucho que ver en esta tarea individual.

La hiperrealidad. Todas las imágenes al mismo nivel de realismo. Una pintura de lo falso y lo abominable al mismo nivel que lo cierto y emancipador. Esta es nuestra sociedad actual mientras siga igual el sistema educativo, los referentes televisivos y todos los mecanismos que perpetúan esta farsa cuya sombra alcanza incluso a las producciones artísticas más encumbradas. Esto se repetirá una y otra vez en muchas vidas. ¿Alguna vez os habéis preguntado qué es más real que qué? Es cierto, todo esto parece muy incoherente. Invitamos desde aquí a los más bajos fondos de la imagen y el sonido. Siempre se ha dicho que para llegar lejos hay que empezar por abajo. ¿Qué qué es abajo? Lo sé, lo sé… a mí también me gastaron la misma broma. ¿Estamos atrapados? Esperemos que no. Desde aquí seguiremos ofreciendo pistas.

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